En el 2018 se calculaba que en el mundo 1 de cada 5 personas murió por el aire contaminado causado por la quema de combustibles fósiles como el carbón y el petróleo. Se atribuyen un aproximado de 8.7 millones de muertes en el mundo en ese mismo año.
Más de dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el ser humano provienen de la quema de combustibles fósiles . Esto significa que debemos dar un giro de 180 grados para evitar un cambio climático de graves consecuencias.
Es vital frenar la expansión del carbón, el petróleo y el gas.
Abandonar nuestra adicción a los combustibles fósiles abre un nuevo mundo de posibilidades para mejorar la convivencia social y nuestra relación con la
naturaleza. La transición no se limita a eliminar el CO2: se trata también de tener hogares más confortables, un aire más limpio, nuevos empleos locales, en definitiva, un mundo más estable, más seguro y más justo. Abandonar los combustibles fósiles desafía la estructura en la que se basaba nuestra economía, y nos permite poner a las personas y al Planeta en el centro de las decisiones políticas. El reloj sigue avanzando, por todo el mundo, hay cada vez más personas haciendo frente a la industria contaminante y organizándose para hacer realidad un mundo sin fósiles.